jueves, 21 de junio de 2012




                ES HORA DE VOLVER A CASA


El final ha llegado.
Vuelvo a casa.

El final comienza en el principio:
Todo principio comienza en el final.
Todo camino comienza en el presente, todo amor termina en el principio
Cuando no ha sucedido en las hondas grietas del cosmos iniciático del ser.
Toda duda comienza en la certeza y termina en otra parte,
Del otro lado, del lado femenino del frenético corazón del hombre.


Viví en un país de pechos armoniosos. En un país cuyos límites sobrepasaron
Las acantiladas orillas de mi ser. Viví en un país cuya piel de leche submarina
Cuajaba en porvenir los sueños nubosos del atardecer.
Viví en un país hecho de nostalgias desde el verbo más hondo. En una encrucijada de amor y turbulencias, siempre al acecho
De lo que nunca pudo ser pero fue.

Vuelvo a casa al final del sueño.

La casa ya no está en Chambú, en el límite entre la costa y la cierra
De la férrea niñez que deambuló desde el volcán Chiles
Hasta la piedra ancha de Piedrancha, pasando por un Guachucal
Cuyo uniforme azul causó estragos en el primer tramo del camino.
La casa ya no está en el caserón de Pandiaco donde inicie este viaje de amor
Por el país de mis sueños, en el Pasto volcánico y triste de las tres de la tarde.

La casa está en otra parte. No está aquí. Tampoco allá.
Está aquí, en los recodos portátiles del corazón en llamas.

Tuvo que ser así. De esta manera supe que las hojas de hierba de Walt Wintman
eran las mismas que crecían detrás de la casa donde viví mi primera soledad,
junto al corral de las vacas, los cerdos y las gallinas.
Gracias al trajinar por el mundo resumido en tu cuerpo
Supe que pescar en el río Salado y esperar que pique el pez más pequeño
Es lo mismo que vivir los sentimientos heroicos del Viejo de Hemingway
Y su turbulenta soledad de verano.
Supe que la soledad de mi abuela María es la misma de Úrsula Aguarán.
Que la locura de Shakespeare en la piel de Romeo
Es la misma de mi locura por Elena
Con las mismas llagas y las mismas escaramuzas con la muerte de un fiel Ulises
Atascado en el corazón de Julieta.

Vuelvo a casa al final del sueño.

Ahora sé que mi vagabundear pueblerino era el mismo vagabundear de Henry Miller
en París o en Nueva Orleans. Que los gigantes del Quijote no estaban en España
sino en los abismos de nosotros mismos.
Que los crímenes de Dostoievski los cometía yo mismo a la hora de llorar cualquier tropiezo y que la luna cabe en una mano, y el sol en una luna,
Y que el día es el otro lado de la noche.

Viví en un país de puertas abiertas y ventanas cerradas.
Fui prisionero de circunstancias de guerra y sueños imposibles,
Mendigo de besos, altanero de estirpe, poeta del subsuelo y de unos ojos verdes
En aquel país cuyo paraíso tuvo la osadía de fluir desde la vida y la muerte.

Viví en un país cuyo vientre eterno me regaló tres hijos,
Un par de caminos sin punto de partida ni señal de llegada
Y un fluir para siempre.

Viví en un país de rubia cabellera, y muslos ondulantes.
Viví en un país de epopeyas dichosas y auroras de corazón alterno.

Viví en un país cuya alegría nunca dejo de brotar del otro lado
Del dolor de vivir dentro de una nostalgia azul.
Viví en un país de manos diminutas y suaves olores a naturaleza infinita.

Volver a casa después de mucho tiempo.

Ya ahorcaron al pueblo afgano y a los iraquíes y la Primavera Árabe
No florecerá. Ya convirtieron la seguridad en ideología
Y el Muro de Berlín se extendió por toda Europa.
Ya liberaron las fronteras para las mercancías y el capital
Y las cerraron a los hombres y las mujeres del mundo. 

Terminó el sueño. Se cerró el camino. Es hora de empezar.

Es hora de volver al origen, a los primeros llantos
Del mundo donde aun medíamos las cosas con la fe.

El fin llego al principio.
No me arrepiento. Dormí debajo de su lengua soñando con sus pechos
Y escribí poemas de naufragio en el mar primitivo de su vientre.

Madeimoselle Albertina: no podré recobrar e l tiempo con un lobo  
Estepario durmiendo en el corazón
sin leer los versos de Vallejo en la hora más honda
Entre la multitud solitaria de las tres de la tarde.

La casa ya no está donde la plantaron los padres. Su muerte física
Arrastró también la casa.

La casa a la que vuelvo es portátil. La podré llevar a todas partes.
Es una casa vagabunda, sin raíces, pero es la casa a la que debo volver.
Sólo, arañado de huellas, salpicado de rejas invisibles,  
Heridos de tiempos pavorosos y rubias cabelleras.

Esta es una casa sin techo ni paredes. Es el vacío perfecto,
y al vacío vuelvo arrastrando mi silencio de gritos
Y el país que me vio subir y caer y contribuyó por igual a las dos cosas.

Debo volver a casa.


                                                                    Arturo Prado Lima

                                                                                                                                                                                                                                   

CONTACTO MADRID ARTUROPRADOLIMA: Descubrir nuevos astros en tu espalda

CONTACTO MADRID ARTUROPRADOLIMA: Descubrir nuevos astros en tu espalda: Las próximas vacaciones no quiero venir a Torrevieja ir a Polonia a la verguenza universal de Auschwitz ni siquiera Paris Venecia las...

miércoles, 20 de junio de 2012

Una mujer tras la Cortina de Hierro

Tras la Cortina de Hierro habrán mujeres hermosas, sublimes, misteriosas, pensaba Pablo, un madrileño empeñado en no caer en algún vericueto en el camino hacia la felicidad. El Ballet Ruso que venía a Madrid cada año traía vírgenes de olimpos lejanos, cada vez distintas. Pablo siempre estaba en primera fila y no solo en Madrid, sino en Barcelona, Paris, Roma o Londres, a donde iba tras las guapas bailarinas.
Así que paralelo a la carrera de ciencias económicas, Pablo se dedicó a estudiar ruso por su cuenta, con el esmero y vigor de los buenos estudiantes, todo para casarse con una rusa. Una misteriosa mujer que el destino ya le habría asignado y que, incluso, lo estaría viendo por algún agujero de la infranqueable frontera entre el occidente y el imperio socialista.
Cuando la Cortina de Hierro se abrió, solita, sin la temida hecatombe mundial, cientos y miles de rusas, hermosas, sublimes, misteriosas, como la mujer de sus sueños, invadieron Europa. Ex reinas de ópera, mezzosopranos nostálgicas, lingüistas e ingenieras vagaban por todas partes en busca del sueño de occidente y ya se podían comprar en las agencias matrimoniales.
Pablo organizó unas bodas magnificas y se casó con una ecuatoriana.

Descubrir nuevos astros en tu espalda

Las próximas vacaciones no quiero venir
a Torrevieja ir a Polonia
a la verguenza universal de Auschwitz
ni siquiera Paris Venecia las soledade de Cracovia
quiero descubrir nuevos astros en tu espalda
navegar en silencio entre tu vía láctea
y la vecina galaxia
dicen que hay una estrella
10 millones más luminosa que el sol
300 veces su masa
a 165.000 años luz de mis manos
ir a la nebulosa Tarántula
atravesar la nube de Magallanes
escudriñar uno a uno los lunares la pecas
los agujeros negros
tocar con los dedos las temperaturas originales
de tu carne al sol
ver apagarse las inmensidades rotas
por imprevistas explosiones cutaneas
super novas milenarias estrellasrse
entre la cadera y el cuello
Las próximas vacaciones no quiero
venir al mar valenciano en vela
ir a comparar mi rostro con la esfinge
a medir el peso de las piramides keops
a contrarestar la tristeza gris de el Cairo
quiero descubrir en tu espalda cómo viajan
las noches eternas cuendo Kafka se trepa
en sus fantasmas
al rítmo del big bang del corazón a la hora
del vivir y el morir junto a tu espalda.